domingo, 18 de julio de 2010

Compartiendo experiencias... Cuento de Dani

Hubo una vez... una ardilla a la que todos llamaban Huellita; ella vivía con su familia en el árbol más alto y frondoso del valle. Era la más chiquita de su casa, vivía con sus padres y su hermana mayor a la que ella llamaba “señora gruñona”. Todos en los árboles vecinos la conocían por su simpatía y su agilidad para ir de un lado a otro a gran velocidad, siempre en búsqueda de aventuras, nuevos retos y de explorar ese maravilloso lugar donde vivía, que siempre tenia algo nuevo que mostrarle.

Una mañana Huellita se despertó sobresaltada, asustada y con lágrimas en sus ojos, sin saber por que. Varios días se quedo con esa sensación triste y amarga, y preguntándose una y otra vez que era lo que estaba ocurriéndole, porque se sentía así, y no encontraba respuesta. En uno de sus paseos diarios por el gran valle, se encontró con una gran elefanta vieja y muy sabia, a la cual decidió acompañar en su recorrido. Huellita era de hacer estas cosas, siempre hablaba con todos en su valle, le encantaba conocer animalitos nuevos, porque de todos aprendía cosas buenas y no tan buenas. En esta ocasión la elefanta la llevo a conocer su manada, a pocos kilómetros de su árbol. Al llegar, huellita se encontró con un panorama al que ella no estaba acostumbrada, había miles de elefantes uno detrás de otros caminando con la cara al piso, como si estuvieran tristes o enojados; Huellita, muy inocentemente le pregunto a la elefanta vieja “¿por qué están tristes los de tu manada?” a lo que su compañera de viaje respondió “no están tristes, están diagramando el camino por recorrer”. Huellita no entendía lo que eso era, entonces prefirió guardar silencio por un largo rato, mientras observaba con mucha atención el comportamiento de estos animalitos a los que no lograba comprender. Los acompaño por varios kilómetros en silencio aún, pensando e imaginando lo que podrían estar pensando estos elefantes. Luego de varias horas de caminata se dio cuenta que se ocultaba el sol y no había vuelto a su casa, sus padres debían de estar muy preocupados, entonces le explico a la elefanta vieja que se tenia que ir, y le prometió volver al día siguiente con mas ganas de conocer a su gente.
Al llegar a su casa, los padres la esperaban con la comida preparada, para que una vez mas, como todos los días, Huellita les contara su aventura del día… pero esta vez, eso no ocurrió, la ardillita prefirió seguir guardando silencio, comer rápido e irse a dormir para que llegue rápidamente el otro día, y poder volver a visitar a la manada tan extraña que había conocido.
Al comenzar el día siguiente, bien temprano Huellita salio de su casa a toda prisa como de costumbre, hacia el encuentro con la elefanta del día anterior. Al llegar al lugar no había ningún elefante, solo había marcas de que habían estado ahí, como ella los había visto. No entendía como la elefanta vieja se había ido si habían quedado en volverse a ver, se había ido sin despedirse, sin decirle donde volverla a ver y sin explicarle que era diagramar el cami
La ardillita triste y enfadada a la vez, se quedo por un largo rato sentada, observando todo el lugar, recordando el día anterior, dándose cuenta que había sido muy distinto a todos los demás, no había tenido nada de divertido, como todas sus excursiones, pero sí le había resultado sumamente interesante.
Al estar ahí, en ese lugar tan puro, limpio de toda maldad, sin nadie a su alrededor, con solo el sonido de los árboles, trajo a su mente las imágenes más llamativas de esa extraña manada, recordaba sus caras al piso, sus pasos firmes y su hermandad entre ellos. Pensaba en la elefanta, en donde estaría ahora y como seria su vida en ese recorrido, pero no la preocupaba, porque sabia que estaba muy acompañada por los demás elefantes.
Huellita se moría de ganas de correr en busca de esa manada, quería ver a donde iban, que harían, y saber por qué lo hacían; pero una vez mas su día llegaba a su fin y tenia que volver a su casa, donde la esperaba su familia.
Con la cabeza agacha y con un sabor amargo en su boca, volvió a su casa, no sin antes mirar hacia atrás y observar una vez más por si volvían a aparecer esos maravillosos e interesantes elefantes. Al acostarse esa noche, lloró, lloro mares de lágrimas por horas, no comprendía porque se habían ido, si recién llegaban, de hecho ella los había conocido y acompañado un tramo de ese camino que estaban haciendo. Cuando logro calmarse, pudo empezar a desmenuzar su tristeza y comprender que ellos estaban de paso, que no venían para quedarse para siempre, sus metas estaban mas allá de lo que los ojos permitían ver, y su hermandad entre ellos les permitía no frenar ante nada para lograr llegar a ese fin, que quien sabe cual era, quizás un lugar, quizás el encuentro con otros elefantes o quizás simplemente una manzana, pero su meta al fin.
Se había dado cuenta que la vida estaba pasando a su lado, y ella sin querer la estaba dejando pasar… de nada le servia hacer todos los días lo mismo, y no ir mas allá en su búsqueda y ganas de explorar, era hora de pegar el gran salto, de empezar a recorrer y diagramar su camino, como habían hecho los elefantes. Comprendió al fin, que su cabeza agacha era propia de quienes estaban pensando, imaginando e ideando ese camino que estaban haciendo, sabían su meta pero no el camino, lo iban haciendo a medida que lo recorrían. Huellita entendió entonces que como los elefantes ella tenia que empezar a recorrer su camino, hacia su propia meta, de nada le servia ya observar a los demás si no se observaba a si misma, y comprendía cual era su fin. Y así fue como Huellita empezó a dejar Huellas en su camino, firmes, seguras y con un fin concreto que ya no se basaba en ir de aquí para allá tanteando, sino en ir hacia allá, con seguridad de lo que quería.
Y fue entonces, donde la ardillita se dio cuenta que ese despertar sobresaltado y esas lagrimas en los ojos, eran el despertarse a una nueva etapa, la de crecer, y convertirse en una gran ardilla roja, fuerte y la más grande de su especie. Y esos sentimientos que había vivido con la elefanta habían sido propios del crecer y del desprenderse de los demás para caminar su propio camino.

Y colorín colorado, esta ardilla se a encaminado…

martes, 6 de julio de 2010

Experiencia compartida por Cami

Miedo a perder...

No se que me pasa bueno en realidad si solo que me cuesta aceptarlo porque me da MIEDO, tengo TERROR a abrirme de DISFRUTAR de los buenos AMIGOS que me estoy haciendo y que por alguna razón despues me tenga que ir… me da MIEDO PERDER. Las veces que tuve que DEJAR me LASTIMO tanto me DOLIÓ tanto que ahora por ese MIEDO me ENCIERRO, me meto en mi BURBUJA, me armo un MURO para NO DEJAR que nada entre del todo en MI CORAZÓN y extraño cosas que en realidad nunca fueron del todo ciertas, pero también extraño muchas personas que me han demostrado que SE PUEDE CAMBIAR y DEJAR cosas en OTROS LUGARES que si de verdad TE QUIEREN igual están SIEMPRE y que me quieren COMO SOY solo por el hecho de ser yo CAMI.

Pero curiosamente el MIEDO sigue ahí y eso ME DUELE y ME LASTIMA. Cuando lo pienso ME DA BRONCA porque es tan lindo lo que ENCONTRE en Buenos Aires, encontré una CASA en la cual me siento BIEN, los siento mi FAMILIA, a pesar de que es una pensión y somos todos de DISTINTOS LUGARES y con HISTORIAS DE VIDA muy DIFERENTES pero aún asi los siento MI FAMILIA y eso también me lo gane por el solo hecho de ser yo CAMI. Encontré lo que me gusta y me di cuenta de que si QUIERO y me ESFUERZO, PUEDO y me SALE y lo DISFRUTO. Encontré un grupo al que le gusta lo mismo que a mi CANTAR ACTUAR BAILAR y que se ESFUERZAN y DISFRUTAN estar ahí tanto como yo, de los que cada clase APRENDO algo y los que también me QUIEREN y me tienen en cuenta solo por ser yo CAMI y yo se que si me ABRO AL 100 POR 100 A ESO, voy a encontrar en ellos AMIGOS DE ORO y también se que no lo hago por MIEDO a encariñarme demasiado y tener que DEJARLOS después por MIEDO A PERDER.

Pero la verdad es que pensando lo bien NO ME LO QUIERO PERDER, QUIERO VIVIR Y DISFRUTAR de eso que por el solo hecho de ser yo CAMI me lo gane y NO ME PUEDE GANAR EL MIEDO, NO PUEDE!

“NO POR MIEDO A ERRAR VAS A DEJAR DE JUGAR…”